No conformes con proporcionar un servicio de mala calidad, ahora los concesionarios del transporte público con itinerario fijo –los famosos ruteros- se dan ahora el lujo de exigir una extensión a la antigüedad permitida a sus vehículos, que actualmente se fija en doce años, aunque no se respeta.
Una parte importante de las unidades en servicio tienen frecuentes problemas mecánicos, que incluso han provocado accidentes de fatales consecuencias.
Imaginar el aspecto de esas unidades con un uso legal de veinte años no es nada difícil porque varias decenas circulan con normalidad en la actualidad.
Por eso no queda más que confiar en que su propuesta quede sólo en eso, pues de aprobarse una reforma sería otra burla más para los usuarios.