Durante muchos años, las escuelas fueron un espacio electoral del priismo, a través del control corporativo del sindicato magisterial. La alternancia política mejoró un poco las cosas, pero ahora la propia organización de docentes fabricó su propio partido, lo que afectó la neutralidad que deben tener los centros educativos.
Pero todo indica que en esta ocasión tanto las autoridades electorales como las del sector sí velan para que los planteles educativos no sean utilizados por los partidos políticos y los candidatos, lo que ya es una gran ventaja de neutralidad.
La concentración población que genera cada escuela hace que de entrada sean un blanco atractivo para quienes hacen proselitismo, que ahora se exponen a sanciones si mantienen esas prácticas, que en muchos casos ya se habían convertido en algo normal.