Es difícil señalar cosas nuevas al abordar el asunto del Paso Exprés, pues el problema de esa costosa vía se mantiene inalterable: fallos de origen en la construcción que la empresa responsable y las autoridades federales se niegan a corregir, quizá por el precio que debe pagarse por algo que debió haberse hecho bien desde el principio.
Sin embargo, que sea ya la tercera ocasión que se hunde el pavimento en el mismo lugar es una señal inconfundible de que bajo esa parte de la superficie de rodamiento hay un problema estructural, cuya magnitud se ignora pero que fácilmente puede provocar otra tragedia, sobre todo por la rapidez con que el hundimiento se presenta.
La responsabilidad de los actuales funcionarios de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes es enorme y parece que no será sólo administrativa.