Aunque no lo admitamos, el racismo encubierto –y la discriminación que conlleva- es uno de los grandes males de México.
Una enorme brecha se ha creado a lo largo de centurias entre las personas de piel blanca y la enorme mayoría que tiene tonos más oscuros.
Los indígenas son los que sufren con más crudeza la marginación por ser distintos a los estereotipos que se promueven por todos lados.
Otra cara de la discriminación es la que tiene bases económicas, pero no es la única.
Los mexicanos nos acostumbramos a decir que en nuestro país no existe el racismo, cuando la realidad que viven los grupos diferentes prueba lo contrario.
Falta mucho para superar una situación así, pero desde el hogar y las escuelas debe trabajarse para construir una sociedad tolerante, porque las naciones incluyentes son más prosperas y más igualitarias.