La Entidad Superior de Auditoría y Fiscalización (ESAF) fue un órgano controlado por el exgobernador Graco Ramírez durante los últimos años gracias a su incondicional Vicente Loredo Méndez, quien extrañamente renunció al cargo el año anterior.
Sin embargo, se dio el lujo de nombrar a su sustituto, hombre de su confianza, por lo que no pudo romperse la racha de impunidad generada desde donde se supone el gasto público se somete a control.
Todo eso debe ser considerado a profundidad por los actuales diputados, quienes se encuentran en proceso de nombrar un sucesor para encabezar la ESAF.
Sí ponen a la mejor persona es posible que las cosas se compongan para la entidad, pero si ponen a un favorito que no es el más apto entonces el dinero público seguirá en peligro.
Las deudas que la entidad afronta son astronómicas y vienen del desvío de recursos practicado por el gobierno anterior.
Es obvio que resulta necesario parar esa sangría.