Desde que el entonces alcalde panista de Cuernavaca decidió que los ciudadanos podían dejar la basura en la calle para que el camión recolector pasara por ellos, la acción se convirtió en moda en muchas comunidades morelenses y luego en un quebradero de cabeza, no solo para la imagen de las ciudades, sino para la propia seguridad ciudadana en tiempos de lluvia.
Las bolsas de basura en la vía pública ofrecen una muy mala imagen, pero además su contenido es regado por la fauna urbana –incluidos los pepenadores- y arrastrada a las coladeras.
Los llamados de las autoridades a evitar esa práctica han sido en vano, como lo demostró la lluvia del domingo, cuando las coladeras tapadas provocaron que la lluvia inundara dos calles de la capital.
Sin embargo, erradicar esa práctica es necesario para una sana convivencia y para prevenir males mayores, por lo que la autoridad debe insistir hasta lograr una nueva cultura cívica, que ya existía pero se perdió en perjuicio de todos.