El peligro de que opere la minera canadiense que obtuvo una concesión que incluye una amplia superficie en el municipio de Temixco ha vuelto a ser una realidad.
Luego de un intento fallido por comenzar la extracción de oro, la empresa sale de su letargo para hacer valer sus derechos sobre una riqueza potencial de tres mil millones de dólares del preciado metal.
El problema es que para lograrlo utiliza métodos extractivos salvajes, que dañan el entorno no sólo a corto plazo, sino que por décadas la superficie aledaña a la explotación, e incluso todos los mantos freáticos situados al sur pueden sufrir las secuelas del uso de minerales venenosos.
La alcaldesa de Temixco hizo el anuncio y dijo que la decisión está en manos del pueblo, con lo que olvida las acciones de la minera, que hace años con dinero logró cooptar la voluntad de ese “pueblo” (unas cuantas personas en realidad) que a cambio de un empleo mal pagado y algún dinero realizó acciones propagandísticas a favor de la extracción de minerales.
Aunque en esa ocasión no tuvo éxito, la empresa seguramente utilizará otras estrategias que, de tener éxito, dañarán irremediablemente nuestro entorno.