El Poder Ejecutivo ofrece una amplia ventaja a los transportistas que decidan cambiar sus actuales unidades por vehículos menos contaminantes o que de plano no contaminen.
Extender la vigencia de las concesiones hasta diez años más y otros subsidios debería ser suficiente motivación para comenzar la novación de la flota vehicular que presta el servicio de transporte público.
Es obvio que quienes se dedican a esa actividad deben invertir, pero con la certeza de que lograrán ventajas notorias.
Sin embargo, persiste el problema de la mala cultura de sobrevivencia de los concesionarios del ramo, que han sido acostumbrados por los gobiernos anteriores a recibir todo a cambio de nada.
Eso puede limitar el éxito de la medida gubernamental, lo cual sería lamentable, ya que Morelos requiere no solo de la renovación de las unidades sino de plano la eliminación del uso de combustibles fósiles para combatir la contaminación creciente que nos aqueja.
Esperemos que en esta ocasión los transportistas estén a la altura de la sociedad a la que explotan y no salgan con el cuento de siempre, de que harán los cambios siempre y cuando el gobierno les dé facilidades adicionales.