La irreflexiva conducta de arrojar desechos en la vía pública de manera indiscriminada tuvo ayer consecuencias desastrosas en diversas colonias de varios municipios.
En las imágenes que captan los cauces del agua después del percance sobresale la gran cantidad de botellas de plástico y otros desechos esparcidos en la zona de las inundaciones.
Es probable que haya habido otras causas adicionales que generaron los daños, pero esa fue una de las más claras, a pesar de las reiteradas advertencias de las autoridades.
Los ciudadanos no tenemos conciencia del peso de nuestros actos. Y eso ocurre en varios ámbitos, como el político, donde la pasividad asumida después de las elecciones generó un caldo de cultivo que terminó por paralizar diversas instituciones luego de que quienes ocupan cargos diversos no perciben a sus electores y por lo mismo no se sienten comprometidos a responderles.
Pero en ambos casos, la solución más afectiva está en nuestras manos.
Bien haríamos en asumirla, pues quizá la próxima vez que los cauces naturales y artificiales se saturen, quizá no haya tanta suerte.