La fusión de grupos en escuelas públicas es una medida que se ejecuta desde hace varios años y que obedece a razones demográficas, al bajar el número de alumnos en el nivel básico.
Aunque es el gobierno federal anterior el que puso las reglas, las autoridades educativas locales deberían buscar una mayor injerencia, ya que la compactación de grupos provoca secuelas inmediatas entre los afectados y más especialmente si se llega al cierre de turnos, pues dejar de utilizar las escuelas vespertinas muchas veces trae una carga adicional a los padres de familia involucrados, o las alternativas planteadas, como reubicar a los alumnos en escuelas atendidas por el Instituto Estatal de Educación para Adultos (INEEA) no ofrecen el mismo nivel de calidad de las escuelas que se cierran.
La autoridad podría asumirse pero deben quedar resquicios que garanticen mejores opciones a los educandos, que no están en escuelas públicas por gusto sino porque son su única alternativa, y esa no debería desaparecer de golpe.