Aunque el dirigente de transportistas Dagoberto Rivera atribuye solo a la inseguridad la disminución de pasajeros en el servicio que sus afiliados prestan, lo cierto es que hay varios factores dentro del problema que amenaza la economía de los concesionarios del transporte público.
Aunque los ruteros permanentemente piden un incremento en el precio del pasaje, lo cierto es que este es tan alto que a las familias o grupos que viajan juntos les conviene más usar un taxi.
También los tiempos que duran los recorridos son extensos, muchas veces sin justificación, por lo que los usuarios deben buscar alternativas que les permitan llegar a tiempo a su destino.
En pocas palabras, vemos con claridad que la mala calidad del servicio por fin les comienza a pasar factura a los concesionarios.
A los taxistas tradicionales también les ocurre, aunque de una manera todavía más radical, pero ambas situaciones son por la competencia y nada más.
La única manera de hacer frente a esa situación es con el mejoramiento del servicio. No existen alternativas.