La violencia y la mentira han sido las armas comúnmente usadas por los grupos que se quedaron con el control del Partido Revolucionario Institucional en Morelos, por lo que la agresión de un grupo de “militantes” contra el delegado estatal no fue sorprendente.
Sí lo fue la reacción del Comité Ejecutivo Nacional de ese partido, que ordenó destituir al dirigente local y sustituirlo por el enviado de la capital del país.
Los recursos jurídicos que hoy existen le han permitido al desprestigiado político que administraba lo poco que queda del tricolor recuperar sus derechos partidistas, aunque queda la duda sobre el cargo de presidente del comité ejecutivo estatal.
Sin embargo, llama la atención el hecho de que lo poco que queda de esa organización incluye un poco de subsidio electoral, quizá la única causa por lo que todavía algunos permanecen.
El PRI dañó gravemente al país y a Morelos durante las décadas que usó los recursos oficiales para controlar el presupuesto y el aparato burocrático. No pudieron resistir mucho tiempo a una competencia real y hoy ofrece un espectáculo lamentable que más bien parecen los últimos estertores antes de que el electorado los borre del mapa en 2021, algo que no se puede descartar.