Ya son 18 los días que los ejidatarios de Jojutla mantienen un bloqueo de la autopista Siglo XXI, en el tramo que conecta con la autopista del Sol, hacia Acapulco.
Tanto las autoridades federales como los concesionarios de la vía de comunicación han ignorado la protesta, que comienza a provocar severos daños a la infraestructura de carreteras secundarias de la zona sur y en calles de Jojutla y otras comunidades por donde se ven obligados a pasar los grandes transportes de mercancía que viajan desde un océano a otro.
De antemano debe señalarse la mezquindad que mueve a los manifestantes, que en ningún momento han pensado en el daño económico que causan a quienes nada tienen que ver con el conflicto, pero llama la atención la falta de habilidad e incluso de interés de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (y de otras dependencias federales) para al menos mediar en el conflicto.
Una valiosa y cara infraestructura seguirá desperdiciada mientras se deteriora a la vista de todos la red de caminos secundarios que se utilizan como vías alternas.
Todo eso configura un derroche, un desperdicio que debería ser inaceptable pero que vemos con total normalidad.