Ni siquiera en los peores momentos la delincuencia deja de operar, y no nos referimos a la se alto nivel sino aún la que actúa a pequeña escala. Tal es el caso de los intentos de extorsión a negocios que aún operan y que son amenazados con un falso cierre por supuestamente violar las disposiciones sanitarias.
Justo cuando requerimos de la mayor solidaridad y la unidad de la población no faltan quienes aprovechan las circunstancias para tratar de obtener un lucro indebido.
La única forma de defensa ante este tipo de delitos es la denuncia. Hacer públicas situaciones como la descrita puede contribuir a ponerle freno.
Pero lo mismo se aplica para todo aquello que debe corregirse en una época de emergencia como la actual, cuando la economía y la convivencia social ha llegado a un punto de fragilidad extrema. Lo mismo los ciudadanos que las instituciones deben cuidar su actuación al extremo.
Simplemente un exceso policiaco que costó la vida a un ciudadano de Jalisco ayer se transformó en protestas destructivas en esa entidad.
Este es un momento crucial y como tal debemos actuar. Los daños de todo tipo provocados por la pandemia deben limitarse a aquello que no puede evitarse. Todo lo demás está en nuestras manos.