Es interesante la postura manifestada por María del Carmen Orihuela Gallardo, investigadora del Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias (CRIM) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) acerca de las conductas de los habitantes de las comunidades indígenas ante los efectos de la pandemia.
La especialista señala que “es injusto mirarlos a partir de que no obedecen las normas sanitarias, cuando éstas formas los están dividiendo y no es la conformación social que han tenido a lo largo del tiempo”.
Esa es una interesante mirada que permite ver con los ojos del otro una situación que en su momento fue anómala aunque hoy se ha generalizado entre el resto de los habitantes de Morelos.
Sin embargo, no basta con comprender situaciones que se antojan dañinas para el momento en que vivimos, sino que con la sensibilidad expresada en el diagnóstico sería razonable encontrar una forma de comunicar a quienes se asumen diferentes la visión necesaria para protegerse y proteger a los demás.
Morelos es un mosaico cultural, por lo que es injusto abordar la visión del conciudadano con una regla pareja para todos, aunque hace falta más trabajo antropológico que nos lleve a todos a entendernos y a buscar los mismos objetivos cuando del bienestar de toda la sociedad se trata.