La cantidad que representan en Morelos los profesores jubilados (al menos once mil) hace que sus acuerdos y acciones repercutan en la vida del resto de los habitantes de la entidad, aunque tristemente la mayor parte de las veces es para mal, porque esas decisiones implican cierre de calles y otras formas de protesta para conseguir respuesta a sus reclamos, algunos de los cuales incluso carecen de justificación.
Tal es el caso de la demanda de que cobren sus pensiones y prestaciones adicionales con cheque y se regrese a la congregación de personas a lo largo y ancho de Morelos cuando una acción así está desaconsejada por peligrosa.
Habría que ver qué intención se oculta detrás de ese tipo de reclamo, que incluso pone en peligro de muerte a los integrantes de un sector que deberían dar más ejemplo de civismo que solo de activismo.