La tradición religiosa que tiene su centro en la iglesia del poblado de Tlaltenango finalmente no fue olvidada, aunque las medidas sanitarias por la pandemia impidieron la enorme celebración que se había planeado.
Además del significado que ese lugar tiene desde hace 300 años para la comunidad católica, la celebración tiene como sede un templo que ha sido absorbido por la mancha urbana y hoy es un paso concurrido y básico para la ciudad de Cuernavaca, por lo que desde hace años se ha clamado por una modernización de las celebraciones asociadas.
La pausa que la pandemia ha impuesto por necesidad debe ser utilizada para que tanto la jerarquía católica como los organizadores reflexionen sobre como enfrentar la realidad, a fin de que cada celebración se integre a la realidad urbana sin renunciar a la rica herencia de tres siglos.