Vigilantes privados y policías tuvieron ayer un valiente comportamiento, los primeros al hacer frente a la banda que entró a saquear una joyería en Cuautla y los segundos al capturar a varios de los delincuentes. Ese trabajo conjunto rompe una racha de impunidad, luego de que varios negocios de ese tipo habían sido asaltados en Cuernavaca sin que hubiera detenidos.
El mensaje para quienes se dedican a ese tipo de ilícitos fue claro y contundente: el costo de ese tipo de acciones puede ser muy caro.
Esperemos que el efecto disuasivo de la detención llegue a toda clase de delincuentes, por el bien de la sociedad.