Desafortunadamente las evidencias indican que fue una autoridad electa la que ayer provocó un enorme caos al cerrar una de las principales avenidas de Cuernavaca y el paso exprés.
El alcalde de Puente de Ixtla, que días antes había proclamado “la quiebra” (en realidad la insolvencia) del ayuntamiento que preside, fue finalmente el negociador en la protesta que aparentemente realizaban los trabajadores de ese municipio para exigir recursos estatales adicionales para cubrir la operatividad de la alcaldía, que ha dejado de pagar salarios.
Puente de Ixtla heredó de las corruptas administraciones anteriores una deuda de alrededor de 300 millones de pesos, al tiempo que sufría un recorte presupuestal al haberse escindido Xoxocotla del municipio. Sin embargo, ninguna de esas circunstancias justifica el haber tomado como rehenes a los ciudadanos, no solo de Morelos sino de otras entidades, que se vieron atrapados al bloquearse el principal tramo carretero que cruza la entidad.
Esas no son formas de resolver los conflictos, pero fue lo utilizado en circunstancias que no son afortunadas para la gobernabilidad.