Lo ocurrido la madruga de ayer en Huitzilac es extremadamente grave: un grupo de vecinos ligados a alguien en conflicto con la ley incendio -ni más ni menos- que la sede del poder municipal. La presidencia fue pasto de las llamas, como lo muestran las dramáticas imágenes difundidas desde los primeros minutos del incidente.
A todas luces ese es un grave delito que dañó bienes sociales y un sitio que representa el orden al que todos los ciudadanos han aceptado someterse.
El caso está muy relacionado con el de los llamados tomacasetas, sobre todo de aquellos que cometieron actos vandálicos para tratar de liberar al primer grupo de sus cómplices que habían sido sometidos por las fuerzas del orden para poner fin a sus agresiones.
La reconstrucción de los hechos debe ser meticuloso, a fin de deslindar al detalle las responsabilidades en que incurrió cada uno de los protagonistas de los lamentables hechos.
La Fiscalía tiene en sus manos el poder para evitar que incidentes como el que nos ocupa se vuelvan a repetir en cualquier punto de la geografía morelense.