La tradicional Feria de Tlaltenango no pudo celebrar su edición número 300 debido a la pandemia que padecemos.
Considerada por muchos ciudadanos como una molestia porque obliga al cierre de una de las avenidas más importantes de la ciudad y por otros como una expresión cultural digna de ser conservada, la citada feria representa también un impulso económico para un sector muy específico de la economía, pero aunque estamos en semáforo verde, el cada vez más notable incremento de contagios de covid 19 obliga a pensar en un acto que implica aglomeraciones.
La decisión que se tome sobre si se realiza o no debe ir en consonancia con las medidas sanitarias que el momento exija, pues es mejor esperar a mejores circunstancias que afrontar la responsabilidad de contagios y quizá hasta muertes que se pueden evitar.
Indudablemente, la salud debe prevalecer por encima de todas las cosas.