El abasto de agua potable a la capital de Morelos y en varias comunidades importantes ha sido frenado por la empresa que surte de energía a los pozos.
La deuda que se tiene por consumo de electricidad ha sobrepasado los márgenes y es un problema político de tal magnitud que ha hecho participar el gobierno federal a través de la Secretaría de Gobernación.
En lugares como Puente de Ixtla o Cuernavaca ese endeudamiento sobrepasa la capacidad de pago y hace imposible un arreglo definitivo en el corto plazo.
Quienes más han sufrido los efectos de las medidas coercitivas han sido los ciudadanos y las empresas de todos los tamaños que están en las zonas que se han quedado sin abasto de líquido, que agrava la situación de la pandemia, pues se requiere agua para el lavado constante de manos, uno de los métodos más eficaces para prevenir contagios de covid-19.
Las reacciones de quienes se han quedado sin el abasto comienzan a radicalizarse una vez más y seguramente provocaron más efectos adversos a la de por sí vapuleada economía.
No sabemos si será la creatividad o la audacia lo que ayude a encontrar la solución, pero ésta urge.