Todo indica que a pesar del interés presidencial por reanudar las clases presenciales la población con hijos en edad escolar ha decidido ser cauta y esperar a que los niveles de contagio bajen lo suficiente como para regresar al semáforo verde.
Distintos sondeos señalan que hay poca inclinación de los padres de familia por llevar a sus hijos a las aulas.
Seguramente esa postura creará conflictos en el sector educativo, que carece de infraestructura para ofrecer de forma simultánea clases presenciales y en línea, porque hay riesgo de que lo poco o mucho que se haya logrado se pierda o aumente la deserción escolar.
Estamos a muy pocos días de comprobarlo y esperemos que todas las partes involucradas en el proceso de enseñanza aprendizaje sean flexibles para adaptarse de la mejor forma posible no solo a las condiciones impuestas por la pandemia sino a la postura mayoritaria que se asuma.