Carece de explicación la fuga del instructor acusado de abusar sexualmente de varias de sus alumnas, sobre todo porque ya se habían iniciado contra él tres procesos por delitos relacionados, uno de los cuales normalmente recibe prisión preventiva oficiosa mientras que a esta persona solo se le fijó arraigo domiciliario.
A primera vista el prófugo recibió un trato de privilegio, el cual debe ser explicado.
Pero también basta una mirada al caso para ver que el hombre sustraído de la acción de la justicia constituye un peligro social.
Será un juez el que finalmente determine su culpabilidad, pero no abona en su defensa el hecho de que haya escapado precisamente para huir de los procesos a los que debe someterse.
A los familiares de sus víctimas solo les ha quedado pedir la ayuda de la sociedad para ubicar su paradero y hacerlo que se someta a la justicia.