Finalmente, la inercia que frustró las expectativas puestas en la anterior legislatura parece haber llegado de nuevo al Congreso.
Los diputados locales finalmente han dejado atrás la unidad mostrada las primeras semanas de su gestión y hoy se encuentran en el dilema de incurrir en las acciones negativas de sus antecesores, que durante tres años dejaron de aprobar las cuentas públicas de los municipios, entre otras omisiones.
Sin embargo, las consecuencias de esa parálisis están mas que sabidos y la reacción de los electores, que tomaron desquite en las urnas.
Confiemos en que quienes integran el Poder Legislativo tengan presente esa reacción ciudadana y aunque sea por temor superen la situación actual.
No se trata de aprobar los presupuestos, sino de impedir una nueva atrofia del Congreso.