Han pasado cinco años desde que el anterior gobernador inauguró con indisimulado júbilo la ampliación del libramiento de la autopista a México, a pesar de que sabía que no fue correctamente construida.
El ahora llamado paso exprés mostró pronto la corrupción que rodeó el proyecto: Demasiadas vidas se han perdido ya en accidentes evitables, sin mencionar los dos decesos por la apertura de un enorme socavón que ha sido vergüenza nacional.
Lo que sorprende es que después de tanto tiempo las autoridades federales encargadas de su operación desprecien la vida de quienes por allí transitan y pospongan la reparación de los desperfectos y las carencias, que comienzan desde el inexistente acotamiento y la fragilidad de sus puentes.
Quizá será necesario que ocurran nuevas tragedias para que por fin se arregle todo lo que debe arreglarse.