Salvo contadas excepciones, la mayor parte de los municipios de Morelos enfrentan enormes endeudamientos producto de la irresponsabilidad de quienes han dirigido sus destinos y de la falta de eficacia de las leyes anticorrupción.
Sin contrapesos reales se construyó una montaña de deudas y ese endeudamiento acumulado ahora se sabe que no fue para realizar infraestructura o cualquier otra acción duradera, sino -en el mejor de los casos- para completar el gasto corriente y desviar una parte -importante- de esos recursos.
La autorización que desde ahora se concede a los ayuntamientos para adquirir nuevos empréstitos busca contrarrestar su falta de liquidez pero también representa una amenaza para los gobernados, ya que los escasos recursos disponibles pueden desviarse a fines distintos al interés social.