Lo que ocurrió ayer en la Universidad Autónoma del Estado de Morelos superó la categoría de simple broma.
Por lo general, las llamadas que alertan de la existencia de alguna bomba en determinado lugar resultan ser falsas alarmas y son motivadas por la intención de alterar las actividades en el sitio elegido como blanco.
Pero en el caso de la UAEM, la llamada de alerta siguió al hallazgo de dos artefactos caseros, uno de los cuales hizo explosión, afortunadamente sin consecuencias.
Más allá de la potencia o la capacidad de hacer daño de los artilugios encontrados, la acción puede fácilmente enmarcarse en un hecho criminal, por su capacidad de causar lesiones.
Las cámaras y los testigos pueden ayudar a desentrañar la autoría de una acción que las autoridades no pueden minimizar, porque las consecuencias podrían haber sido funestas.
Por fortuna no lo fueron, pero debe disuadirse cualquier otra acción parecida.