El trabajo del Inegi llamado Encuesta Nacional sobre Victimización y Percepción de la Seguridad detectó que los agentes de tránsito son los servidores públicos de los que más desconfía la gente y luego están los diputados.
Trienio tras trienio los que han ocupado una curul en el Congreso local se han afanado por llevarse el título colectivo de “la peor legislatura”, algo que resultó no ser anecdótico.
Los ciudadanos tienen amplios motivos para justificar esa percepción, pero desafortunadamente la institución señalada es ni más ni menos que el Poder Legislativo, crucial para la buena marcha de la sociedad.
Solo los diputados y las diputadas pueden revertir esa mala imagen y rescatar la honorabilidad del cargo. Quienes integran la actual legislatura tienen poco menos de dos años para tratar de lograrlo o pasar a la Historia con la misma terrible etiqueta con la que han terminado sus antecesores.