El campo mexicano se debate entre muchas contradicciones. Una de ellas es la desatada por la propuesta para prohibir el uso de aquellos plaguicidas que pueden considerarse extremadamente peligrosos, no solo para la salud humana sino para el entorno en general.
Aunque la medida tiene como finalidad acabar o al menos reducir el grave problema de salud pública causada por la exposición a elementos químicos dañinos, implica retirar algunas de las pocas opciones que existen para combatir las plagas más persistentes que dañan los cultivos.
Sí que es una contradicción.
Solo una decidida participación gubernamental que incentive a la ciencia a encontrar soluciones alternas viables y a costo razonable puede anular conflictos como el descrito.
México necesita avanzar más en el control biológico de las plagas y que esto sea a precios razonables para que no solo se preserve la salud de los hombres del campo, sino de la población en general y de la fauna y flora benéfica que hoy también es afectada por los agresivos controles químicos que se utilizan de forma cotidiana.