Aunque por lo general los niños no sufren los más graves efectos que acarrea el covid, el hecho de que enfermen -incluso aunque no presenten síntomas- le da al virus la oportunidad de seguir mutando.
Eso implica un elevado riesgo de que surjan variantes del mal que sean aún más contagiosas o que puedan eludir la acción de las vacunas.
Por eso es importante que todos los grupos de población sean inmunizados y no soslayar la prevención.
Los padres de familia de niños con edades comprendidas entre los cinco y los once años han sido displicentes.
No se ha logrado cumplir la meta de vacunación de ese grupo y el hecho de que sea necesario reforzar los operativos a través de nuevos módulos es una derrota para la sociedad morelense.
Es, en pocas palabras, ignorancia y falta de civismo el hecho de que quienes pueden estar vacunados no lo estén.