El proceso para producir azúcar de caña es complicado y muy contaminante. A lo largo de las décadas se han establecido controles legales sobre parte de los procedimientos y sus resultados, pero de acuerdo a las quejas de los agricultores, si no hay una supervisión continua de la autoridad la empresa puede incurrir en conductas inadecuadas que dañan el entorno.
La cosecha por medio de la quema de la vara genera una elevada contaminación del aire, pero las descargas de las aguas utilizadas en el proceso industrial -si no son adecuadamente tratadas- afectan no solo a la agricultura regional sino al ecosistema.
Esa contaminación debe ser remediada y quien la induce debería pagar por ello.
Eso es lo que se ha hecho para conseguir que diversas actividades que afectan el medio ambiente se moderen, no por responsabilidad, sino por temor a los castigos.