Corresponde ahora a las mujeres tratar de impedir que todo el impulso que rodeó una vez más a la conmemoración del 8 de marzo perviva el resto de 2023 y no se diluya, como siempre pasa.
Los justos reclamos de igualdad y de justicia y del combate a la violencia feminicida son reclamos válidos los 365 días del año y por lo mismo deberían mantenerse en un lugar destacado de la agenda política.
Sin embargo, es muy probable que los ecos que resuenen de la conmemoración de ayer sean por los actos vandálicos cometidos por menos de medio centenar de mujeres escudadas en el anonimato que no sabemos movidas por qué se empeñan cada año en desviar la atención de las demandas trascendentes para dejar en la agenda de la comunicación la banalidad de sus acciones.
Un acontecimiento tan trascendente como el día de la mujer no debe apagarse en unas horas, porque eso aleja la búsqueda de la igualdad y hace que solo permanezca una inequidad que daña a la sociedad en su conjunto.