La actitud de sus dirigentes ha convertido al Congreso del estado en generador de todo tipo de conflictos, con alcances variados pero como amenazas potenciales de desestabilización social.
Para no ir más lejos, el conflicto político en Tetela del Volcán ya se ha sentido en las calles de Cuernavaca y no tiene para cuando extinguirse, por la omisión de los legisladores.
La operatividad de diversas áreas del Poder Ejecutivo está igualmente en riesgo por la falta de recursos y finalmente serán los ciudadanos los afectados, como sucede con quienes deben cumplir con ciertos trámites para los que no hay insumos, por ejemplo.
Ellos mismos -los diputados que controlan el Congreso- han metido a sus cómplices en graves problemas, como el caso de Alejandro Martínez, Paola Cruz y Macrina Vallejo, a un paso de ser inhabilitados por incurrir en violencia de género, en un caso en el que también quedó involucrado como en el caso de Francisco Sánchez Zavala, el “cerebro” de la jugada que se les ha revertido.
El tiempo es el peor enemigo de los políticos sin escrúpulos que llegan a un cargo de elección. Por lo pronto, los antes mencionados ya comienzan a sentir el peso de sus decisiones.