Marco Zapotitla Becerro fue un diputado local en la legislatura anterior que conoció las mieles del poder.
Sus elevados ingresos y el estatus social que logró con el cargo fueron ostentosamente mostrados por el entonces legislador, que -como todos sus homólogos- perdió el piso y se sintió todopoderoso e impune.
Sin embargo, la ley lo alcanzó y terminó en la cárcel por uno de sus excesos y hoy está a punto de recibir una condena de varios años tras las rejas.
Los actuales diputados y diputadas deberían mirarse en ese espejo cada vez que incurren en sus excesos y desacatos.
Por mucho que haya reelección el poder es temporal y tiene un precio.
Ir en contra de la ley es posible, porque así lo ha demostrado la actual legislatura. Sin embargo, siempre llega la hora de pagar.
Y ya falta menos.