Las lluvias torrenciales que seguramente llegarán dentro de poco (tal y como suplican los agricultores) meterán en problemas a más de un municipio poco previsor.
A pesar de que numerosas leyes obligan a prevenir los riesgos que la Naturaleza puede provocar -en la medida de lo posible, por supuesto- numerosos alcaldes han sido omisos a la hora de emprender las acciones para mantener a salvo a su población.
Aunque la gente que vive en zona de riesgo valora menos su vida que su propiedad, notificarle e insistir en que debe alejarse de peligro es una acción preventiva que no debe abandonarse.
Sin llegar al catastrofismo, un número indeterminado de autoridades municipales obvian sus obligaciones de protección civil, justo en el inicio de la época del año que las hace más necesarias.