Quienes por un extraño azar tienen en sus manos el control del Poder Legislativo -con la complicidad de los que les proveen de los votos necesarios- parece que se consideran facultados por alguna divinidad para actuar como lo hacen, dejando al margen los intereses de la sociedad morelense.
Sin embargo, un día sí y otro también la realidad termina por descalificarlos, como ayer lo hicieron los diputados ajenos a su influencia.
Desde la asignación de importantes recursos presupuestales a sus familiares o la aprobación de medidas y reformas que van contra el bien común, los diputados del grupo hegemónico se empeñan todos los días en sacarle lustre a la denominación que se han ganado a pulso, la de la peor legislatura de la Historia.
Y eso, cuando aún tienen demasiados meses por delante para seguir haciendo de las suyas.