Por las imágenes que se difunden, la tragedia que la semana pasada azotó al Puerto de Acapulco es de una intensidad muy superior a la que provocó en Morelos el sismo del 19 de septiembre de 2017.
Hace seis años los morelenses conocimos de cerca la destrucción y el dolor de la pérdida, por lo que entendemos muy bien las sensaciones que viven los habitantes del puerto del Pacífico que el huracán Otis arrasó.
Eso nos obliga a no solamente ser empáticos, sino muy solidarios. Los lamentables episodios de rapiña no deben frenar el altruismo ni la llegada de víveres y productos diversos para la inmensa mayoría de damnificados, que deberán comenzar de cero sus vidas, tal y como ocurrió en nuestra entidad, especialmente en la llamada zona cero.
A pesar de todo lo que ha ocurrido y que no es mayoritario, aunque sí se ha magnificado, no debemos desistir en la ayuda a favor de nuestros paisanos, porque en el sismo el país entero fue muy genero con Morelos. Y no podemos menos que corresponder a ese amplio apoyo.