Luego de varios lustros de abuso en la construcción de miles de viviendas en lugares inadecuados y sin los servicios mínimos, las reservas territoriales de la capital de Morelos casi se han agotado pero la demanda de techo se mantiene.
La (mala) experiencia que dejaron los gobiernos anteriores debe servir de referencia para que la construcción de casas se oriente a sitios en los que las condiciones mínimas para una vida digna estén garantizadas.
Sobre todo ahora que el agua se ha convertido en un bien escaso, los nuevos proyectos deben planearse con cuidado, para satisfacer la demanda de la población morelense pero también de gente de otras entidades que busca un refugio en Morelos.
Y por supuesto, también está la posibilidad de hacer viable la ocupación de las miles de viviendas nuevas que hoy están abandonadas.