En los entornos familiares y escalas de valores deben hallarse caminos para trasladar a las escuelas ambientes de paz y seguridad, en un escenario social en el que la violencia invade espacios antes protegidos.
Adolescentes y jóvenes reproducen patrones de una cultura de degeneración que daña todos los estratos sociales. Reconducir las sanas costumbres requiere una faena de gran magnitud.
En los hogares hay una semilla para rescatar a nuestra sociedad de escenarios decadentes.