El país está a la expectativa de la reforma al Poder Judicial de la Federación, que camina en los procedimientos legislativos conducentes. Las voces de rechazo son inocultables y recae en la prudencia una salida que no atente contra el orden social.
Nuestra nación está en un momento crucial en su historia. El Poder Judicial reclama su integridad, independencia y autonomía, y el mando absoluto no ha sido recurso para el acuerdo y la conciliación.
Independientemente de posiciones políticas, la sociedad reclama la unanimidad. El conflicto crece, y las consecuencias son indeseables.