La posición negacionista por parte de la presidencia de la república en torno a la crisis de seguridad en el estado de Sinaloa, marca una pauta en la situación que aqueja al país.
En ese estado, y otras zonas en el noroeste del país, prevalece un escenario de guerra criminal que tiene un impacto severo en la economía de esa región y en la seguridad misma de la población, que vive en zozobra y en estupefacción ante la política de desestimación de los hechos por parte del mandatario nacional.
México atraviesa tiempos convulsos en el final del sexenio. Es deseable que la nueva administración federal no arrastre ataduras que en el presente periodo de transición tienen la estabilidad de la nación en vilo.