La toma de protesta de Claudia Sheinbaum como presidenta de México tuvo dos mensajes que sin duda abonan a la certeza: la esperanza y la reconciliación nacional.
El primero de ellos se dio previo a la ceremonia de investidura, donde ninguno de los grupos parlamentarios de oposición realizó alguna manifestación o pronunciamiento de confrontación, lo que manda una señal positiva en cuanto a que hay un voto de confianza para la administración que apenas comienza, pues al margen de que el Congreso General alcanzó un acuerdo para llevar la ceremonia con la mayor civilidad posible, es común que cuando existen mayores polarizaciones, en la práctica se invaliden esos compromisos.
El segundo, sucedió cuando se comprometió a brindar certeza a las inversiones de capital nacional o extranjero en México, pues en los últimos meses, si algo abundó, fueron las noticias que señalaban la amplia incertidumbre que había sobre nuestro país.
Este nuevo gobierno tendrá que encontrar su propia ruta, aun cuando transitará sobre un camino ya trazado. Parece que, de entrada, tiene frente a sí un amplio apoyo social y el voto de confianza de amplios sectores, incluso de algunos que otrora fueron totalmente escépticos.