La Entidad Superior de Auditoría y Fiscalización (ESAF) es un ejemplo de la inutilidad de instancias que en tiempos de depuración de “elefantes blancos” son sometidas a un severo escrutinio que concluye con su extinción.
Los gobiernos municipales atraviesan crisis financieras que se ahondarán con el recorte de recursos y que se sostienen de la impunidad de que gozan alcaldes que hacen mal uso del presupuesto público. Sin embargo, la ESAF sólo es espectadora de la ruina en que transitan los trienios en los ayuntamientos y que evidencian a autoridades municipales que incumplen expectativas y quedan en riesgo de destitución por la acumulación de laudos.
Componendas políticas añejas explican la existencia de la ESAF, y no se vislumbra todavía una reestructuración orgánica que redunde en una fiscalización verdadera de los recursos en los municipios.