La persona que -sin conocerla- el gobernador puso a cargo de la seguridad del estado no ha querido resolver ese ni otros muchos puntos críticos más, pese al daño económico que figurar en esa lista internacional provoca a los morelenses.
El exceso de celo demostrado por el gobernador para dedicarse a los negocios familiares no se parece nada al empeño que ha puesto para ejercer el poder en beneficio de la población.
La inseguridad que no cesa, los casos de corrupción que se desbordan, la parálisis económica que vive el estado y la reducción de la calidad de la educación y la salud pública son una realidad que nos desborda cada día, a la que Graco Ramírez se empeña en ser ajeno.