¿Tiene Adame preocupación por lo hecho? ¿Ha realizado alguna o algunas acciones que lo hagan pensar en abandonar esta tierra que gobierna? El tema, a estas alturas de un sexenio, ya de ida, es cómo se siente el doctor Marco Antonio Adame Castillo, si considera que lo hecho va a permitir su trascendencia como mandatario.
Nos llama la atención el tamaño de obras y acciones de su administración, como también nos inquieta que todo ello sólo a últimas fechas tenga presencia entre la sociedad morelense. Los tres primeros años y meses en la administración de MAC, que hizo obras al por mayor, pasaron inadvertidas. Más adelante, con la ingrata experiencia de colocar en Comunicación Social a un ignorante del tema (aunque ellos insisten en llamar Comunicación Política e Imagen), hubo tiempo de meter en el carril los temas de interés. Los movimientos de Adame en el escenario electoral, en lo particular en su partido, se ven poco. Si acaso el que su hijo Juan Pablo Adame Alemán vaya a ser diputado federal por la vía plurinominal, en un tema que bien vale analizar por qué méritos fue, puesto que el muchacho tiene talento, se entregó a la política nacional en su partido, se mordió derrotas dolorosas donde se comportó institucionalmente, y dadas estas y otras circunstancias no sabemos hasta dónde su padre haya metido la mano para enlistarlo en las pluris. El joven Adame está bien posicionado al interior de su partido en la escala nacional, ha hecho su tarea y es uno de sus activos con mayor futuro. En Morelos no ha hecho prácticamente nada, pero tendrá que empezarlo en su función legislativa por su condición de oriundez y compromiso.
El joven Adame hizo trabajo político, desde abajo, de zapa, para estar ahí, en San Lázaro a partir de unos meses. Tampoco se va a desestimar la tarea y el talento de alguien por la carga de los apellidos. Hay casos donde ilustres padres han sido superados por renombrados hijos o nietos.
Retomando el quinto informe del gobernador Adame, insistimos que hay que revisar los apartados, Adame ha sido dicho en términos coloquiales “un buen conseguidor” del recurso público federal, maneja y bien las relaciones políticas a los más altos niveles y se refleja en trabajos que no han tenido la propaganda esperada no obstante que aparece por todos lados, por el estado anímico de los morelenses con el tema de la delincuencia organizada, que se ha quedado como un estigma y que cada evento (como el de ayer con seis ejecutados presuntamente por La Familia Michoacana) registra durante días la atención de una sociedad que de pronto se vio inmersa en una dinámica a la que nunca se va a acostumbrar.
Ha quedado claro, contundentemente, que los gobernadores poco pueden hacer por terminar con la bien organizada delincuencia, cuyas influencias van más allá, en caso nuestro, de Tres Marías. ¿Qué, con qué o quiénes pueden contener la exigencia de uno de estos cárteles cuando deciden tomar una plaza? Se perdieron las formas, se acabaron los plazos entre el poder y los presuntos malos, ya nunca las fechas para que uno de los capos fuese capturado, exhibido, en tanto los otros esperaban turno en la fila. Eso fue en otros tiempos, de la Dirección Federal de Seguridad con el control, de la Policía Judicial Federal al mando, de las mismas Fuerzas Armadas. No más, hoy cada quien jala por su rumbo y la sociedad quedó inerme. Para hablar claro: el manejo de las drogas en el país tenían orden desde esferas de gobierno. Existían códigos entre los actores. Hoy, rebasados los mandos, sólo quedan las oraciones matinales y los rezos nocturnos.
Así, el quinto informe de actividades de Marco Antonio Adame no es una razón para armar la gran fiesta, pero tampoco seamos injustos en algunos sectores: su administración no ha sido negativa, al contrario. Si se hace una revisión meticulosa entre lo hecho y lo malo, Adame puede estar tranquilo. En la actividad política pocas veces se está completamente satisfecho, por las otras realidades que manejamos párrafos atrás, pero el que no se lastimen los derechos de los demás, el que no conozcamos de ninguna persecución política como se estila en el sistema político mexicano, el que el gobernante se manejara con decencia y pudiese portar con orgullo y claridad su bandera de padre, esposo, hermano e hijo, lo coloca del otro lado, de los que pasaron sexenio.