Lo que se diga que tal o cual se vio bien, que un Gabriel Quadri que nada tiene por perder, ganó, que doña Josefina señala que los otros dos, Peña y Andrés, se la pasaron echándose pedradas de hechos registrados por la historia, el punto principal, problema central, prioridad de atención, fue intocado: el crimen organizado y sus derivaciones.
Lo dicho: los debates son circo, maroma y teatro, quien crea que decide una elección necesita vivir en Francia, en Estados Unidos o en Australia. En México, no. Ah, además timoratos: ¿qué culpa tiene la bella chica que sirvió de edecán? Está que se derrite y, claro, es la mujer del momento. Si llevan otras nueve de esas, garantizado, el siguiente diseño de encuentro entre candidatos, subirá su rating, de lo contrario lo único que vale esperar quién o cuántos se atreven a detallar el por qué de la influencia del crimen organizado, con qué herramientas reales lo van a combatir. Las propuestas, varias improbables, en eso quedan.
Ahora más que nunca se aplica la frase del querido maestro Carlos Reynaldos Estrada, que sigue en la lucha contra un flagelo de salud que no mide condiciones materiales: “¡Basta de realidades! ¡Queremos promesas”, que acuñó allá por 1995 que ya se asomaba el rostro de la inseguridad y la falta de oficio de los políticos.
¿Qué quien ganó?
La Terna
Decían ayer que estaba lista la terna y que ya era o se enviaría al Congreso Local para sacar a quien se haga cargo de la Procuraduría General de Justicia del Estado en los meses siguientes. Que va Mario Vázquez Rojas, el actual encargado del despacho, el subprocurador del surponiente, José Sotelo, hermano de Cipriano (que no muchos dudan sería el procurador de facto) y la presidenta de la Barra de Abogados, la ixtleca Adela Manzanares.
Siempre complicada esa función, en el responde la administración debe ser vigilada por otras autoridades y por la sociedad para que no sucedan excesos con pretextos electorales. Así quien sea procuradora o procurador, tendrá que entender que el paso es temporal y el inmueble no es de su propiedad. La sociedad ya reclama y en eso hay que insistir. Conocemos a Vázquez Rojas como un abogado que conoce el oficio de la procuración, lo mismo que Adela, que imprimirá su estilo bravío, pero a esta institución la deben manejar con mano firme, mucha sensibilidad, un profundo conocimiento del derecho. Si no, aunque manden a Mandrake no funciona.
En tanto a esperar cuando lo oficializan… si no es que ya lo hicieron.
Tranquilo
El que ni suda ni se acongoja en estos momentos es Fidel Demédicis Hidalgo, candidato al senado por Morena—PRD y Anexas en la posición número uno. Según lo que muestran los medios que venden inserciones, lo que se ha dado por correr la voz en los comederos políticos, la pelea está entre Amado Orihuela Trejo y Graco Ramírez Garrido Abreu, dejando atrás al Cuadrado de Basoco, Adrián Rivera Pérez.
Esta columna sostiene que la ventaja, al final de Orihuela, será de cuando menos cinco puntos –aunque en el PRI afirman que van por dos dígitos—y no porque Graco sea mal candidato o Amado el mejor. No. Es asunto de estructuras y cómo manejarlas. Hoy, en este preciso momento, los responsables de áreas vitales de los partidos le pegan incansablemente y con hojas y números en la mano y cambiantes hora por hora, ahí que más allá de descalabros en debates que representan puntos indudablemente el que va a ganar sabe cuál debe ser el porcentaje que soporte cualquier embate.
Y en el PRI, ya lo saben.
Por ello, Fidel Demédicis será senador, lo más seguro como primera minoría --como lo es Graco hoy— pero si como dicen en el círculo del tabasqueño y emplean el caudal de recursos verdaderamente en la campaña, podría serlo de mayoría. Caso parecido a la compañera de trabajo de Fidel –en el Congreso-- Lizbeth Hernández Lecona, que sin comprar boleto sacó la lotería de seis años cuando había, con todo respeto, cuando menos cinco mujeres priistas locales con mayores méritos en la fila. Pero así es.
Ellos, Lizbeth y Fidel, se van a encontrar en el flamante y goteado edificio del senado a finales de año. Van, como se dice, “en caballo de hacienda”.