Recorrer los hechos de la toma de protesta, lo vamos a encontrar en todos lados, el trabajo de los compañeros reporteros. Se abre una luz en el gran boquete de desesperanza que vive Morelos con el crimen organizado que permeó no sólo a las rústicas policías municipales, regionales y estatales, sino a las más altas esferas del poder nacional. Es un hecho. Primera medida a asumir con absoluta responsabilidad y a partir de ahí lo demás, educación, desarrollo económico y salud, todo de la mano, al mismo tiempo. Esa es la obligación del gobierno. Los detalles frívolos o duros, el si podrán o no, a nada conduce. Ya dijimos: no es tiempo.
Ayer fue un día especial al que le toma registro un buen número de morelenses, no hay que llenarse de miel pero tampoco ser pesimista. Graco Ramírez es conocido por algunos, el que escribe lo ha tratado hace muchos años, y a los hechos nos consignamos sobre lo bueno, regular y malo que le hemos visto en estos mucho más de 20 años. Esta columna lo ha escrito. Ahí está. Es un político especial, sin duda vertebrado, pero tenemos que consignar que es su primera responsabilidad totalmente directa con la gente, con una carga mayor a las que se haya enfrentado en sus más de 50 años de vida. Esto es serio. Aquí no hay que ir a pedir que nadie salga, en estos casos le queda claro que su función es ir más allá que ninguno de sus antecesores, cuando menos acercarse al ideal que es Lauro Ortega, su amigo por cierto. Es la meta. Si lo rebasara, el que escribe inicia trabajos forzados para erigirle una estatua. En tanto, cuando menos corremos la voz que lo hace bien si así sucede a partir de hoy que, en verdad, se termina la luna de miel y se entra en la tarea de gobernar.
Muchos hombres, mujeres, seres humanos, pocos morelenses, avecindados en su mayoría, por convicción están aquí los que vimos en las imágenes. Protagonismos puros de algunos que sin necesidad de gritos son rechazados –entre el público, buscando aparecer en las tomas de televisión, como si formaran parte de nuestra sociedad, pero esos son otros temas más allá de la política— y caras sonrientes. Es una fiesta normal, natural, que debe darse. Lo demás es para comentarlo en revistas del corazón, en los chismes de la farándula, pero no faltará por ahí algún comentario al gobernador Ramírez, sobre todo de cómo piensan verdaderamente los morelenses, esperemos que haya mente abierta y humildad en su recepción, porque las que parecen pequeñas son las grandes cosas que pierden a los hombres del poder.
El Borda
Es un lugar precioso, en el corazón de Cuernavaca el Jardín Borda. Por algo Maximiliano de Habsburgo, el frustrado emperador, y su mujer la emperatriz Carlota lo escogieron como casa de descanso. Este lugar tiene historias divinas para los que aquí nacimos, incluso de profanación, por ejemplo de ir domingo a domingo a las tardeadas que en el pasillo de la parte derecha hacia el lago, amenizaban “El Silencio” y “Las Abejas”, para luego perderse en la inmensidad de la noche y con las brillantísimas estrellas como testigo, con la novia de la juventud y posterior mujer de casi siempre. Eran días de “El Graduado”, “Romeo y Julieta” y “Love History” en el Cine Morelos, de manita y más cosas sudadas.
Hablamos de profanación no por lo que hayamos hecho los de Cuernavaca en nuestro jardín, sino que con el poder la gente se obnubila y luego no son siquiera los que llegan por la vía de la sociedad. Hubo un yerno de un gobernador querido, que se le ocurrió convertir la gran alcoba nupcial en una discoteca a mediados de los años setentas y le puso un nombre obligado: “El Mamá Carlota”. Lo saben los de aquí que ya estamos veteranos. ¿Quién no va a querer que el Jardín Borda sea el patio de su casa, su habitación, el lugar de la recepción en una gran boda, XV años o primera comunión. Todos. Es un sitio, repetimos, precioso.
En la historia moderna del Estado el que recordamos lo usaba para reflexionar y pasar momentos de descanso de la azarosa jornada gubernamental fue Jorge Carrillo Olea, que era apoyado por la extinta doña Mercedes Iturbe, que exigía que todos –incluso ella— salieran de la periferia del lugar porque el mandatario descansaba. Alguna ocasión, el que escribe fue convocado por Carrillo ahí, en ese lugar que era su templo y no gustaba hablar con voz dura ni imperativa. Como que lo mantenía tranquilo. El jardín era utilizado para importantes eventos culturales con presencias notables como la de Carlos Slim, Gustavo Petricioli Iturbide, Alfredo Harp Helú. O en un brindis con la prensa. Le daban uso al Jardín Borda, normalmente negado a la población si no paga la entrada.
Luego de Carrillo, los gobernadores iban a eventos como invitados, conferencias, exposiciones, pero no organizaban actos oficiales en sus interiores, cuando menos los últimos cuatro. ¿Subutilizado? ¿O ignoraban lo que ahí había? Quizá lo último. Cuando Carrillo no faltó el que mencionaba que el abuso del Borda por parte del gobernador lo podría hacer acreedor a “una maldición de la Emperatriz Carlota”. Quién sabe, pero se fue antes de que tocaran la última campanada, a la fuerza, fue echado.
Bueno, el sábado ahí celebró su primera comida en torno al lago el gobernador Graco Ramírez Garrido Abreu y sorprendió gratamente a sus importantes invitados. Está bien. Pero esperamos algún día que, como cuando niños con los padres, llevábamos tortas y refrescos y nos sentábamos pegaditos al lago y sus patos. Nos dejaban entrar, lo sentíamos propio. Graco tiene que darle el uso correspondiente, sin que en nada se reflejen –como sucedió con Carrillo— intenciones de galas imperialistas que ofenden al morelense no sólo en su inteligencia sino en sus raíces.
Pero de que el Jardín Borda es precioso, lo es. Visítenlo por favor.
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Hey
Sin lugar a dudas tienes la mente llena de memorias,y yo al… Compartelo!