El 17 de mayo de 2019, justo cuando la magistrada presidenta rendía su último informe de labores, el magistrado Jorge Gamboa Olea subía el siguiente mensaje en su cuenta de “Twitter”: “366 días, 0 horas, 0 minutos y 0 Segundos, se convertirán en una verdadera esperanza, cuenta regresiva: 8784 horas; 527.040 minutos; 31.622.400 segundos…”.
Efectivamente, es el tiempo que faltaba para que termine el periodo de la controversial magistrada Carmen Verónica Cuevas López al frente del Poder Judicial del Estado de Morelos, y es también el tiempo que tienen los 18 integrantes del Pleno para elegir a su sucesor(a).
Como ya es tradición, faltando un año comienza el cabildeo de quienes aspiran a presidir el TSJ para tratar de conseguir el mayor número de votos entre sus compañeros, y para ello hacen uso de todo tipo de recursos, principalmente la promesa de bonos económicos, plazas para sus familiares, cargos, vehículos, choferes, etc.
Pero también incluye la guerra sucia para tratar de sacar de la jugada a sus adversarios peligrosos. Y en esta ocasión, con el uso del Internet, se espera una lucha encarnizada por la presidencia del Tribunal Superior de Justicia, lo que implica el manejo de un presupuesto de más o menos 500 millones de pesos y más de mil plazas.
La conformación de un órgano colegiado que vendrá a sustituir al Consejo de la Judicatura se ha convertido en la “manzana de la discordia” y al mismo tiempo ha servido para clarificar quién está con quien en esta carrera por la presidencia.
Primero fue un documento firmado el 24 de enero pasado por los magistrados Jorge Gamboa Olea, Carlos Iván Arenas Ángeles, Andrés Hipólito Prieto y la ex presidenta Nadia Luz María Lara Chávez, en el que se oponían a la designación de jueces por parte de la llamada “Comisión Transitoria”.
Luego se les unieron Rocío Bahena, Ángel Garduño y Bertha Rendón, al no lograr que la primera fuera designada como representante de los magistrados en la Junta de Administración, Vigilancia y Disciplina del Poder Judicial.
Ya en los últimos días, al firmar un documento en el que le solicitan a Carmen Cuevas convocar a sesión de pleno para tratar ese tema, se “destapan” todos los magistrados que estarían en contra de la actual presidenta: Jorge Gamboa, Norberto Calderón, Nadia Lara, Bertha Rendón, Juan Emilio Elizalde, Andrés Hipólito, Ángel Garduño, Rocío Bahena e Iván Arenas. Exactamente los mismos que le hicieron vacío a la presidenta en la ceremonia oficial por El Día del Abogado.
Le siguen siendo leales: Elda Flores, Manuel Díaz Carvajal, Carmen Aquino, Valentín López, Idalia Franco, Miguel Ángel Falcón, Rubén Jasso y Leticia Taboada. Ocho magistrados, que con el voto de la presidenta pondría el escenario (para cualquier cosa) en un empate nueve contra nueve.
Lo más irónico es que en el grupo “anti-carmen” se juntaron magistrados que alguna vez fueron antagónicos, o que provienen de ideologías políticamente opuestas (una ex candidata del Partido Verde; la esposa del presidente estatal de Morena, ex funcionarios panistas, etc), pero que hoy encuentran coincidencias. O conveniencias.
Bueno, no hay que olvidar que Carmen Cuevas llegó a la presidencia con el apoyo de varios de ellos, pero a las primeras de cambio rompieron. “Carmen no cumplió”, se quejaron ellos. “Querían intervenir en todo”, se justifica ella.
El hecho es que hoy el TSJ está dividido. Son 16 magistrados que tienen derecho a voz y voto. Los casos de Norberto Calderón y Leticia Taboada son cuestión de interpretación, pues ambos provienen de la desaparecida Sala Auxiliar. De todos modos hay uno por cada bando, es decir, siguen empatados.
Sin embargo, un solo voto puede cambiar el escenario. Todo depende de que la presidenta convenza a uno de sus contrincantes o los disidentes se jalen a alguno de los que están con Carmen Cuevas.
Esto va a ocurrir cuando tengan que decidir a quién van a mandar como candidato a la presidencia. En el bando de “los disidentes” quiere Andrés Hipólito, Jorge Gamboa, Juan Emilio Elizalde y ahora Rocío Bahena.
En el bando de los institucionales sobresale Rubén Jasso como el más viable. Ha sido paciente y disciplinado.
Ganará aquel que logre conservar los votos del bando al que pertenece y conquiste uno o dos votos del contrario. Aunque también ha habido casos de magistrados que ni siquiera la buscaban, pero que ante el encono que había entre los dos grupos antagónicos tuvieron que optar por una tercera opción. Así llegaron Ricardo Rosas y Miguel Ángel Falcón.
Aunque en el proceso de elección del Tribunal Superior de Justicia sólo votan los magistrados, los otros dos poderes suelen meter las manos para tratar de influir. Los diputados hacen recomendaciones y algún gobernador ha llegado a telefonear directamente para sugerir a tal o cual magistrado.
Ya mencionamos en alguna ocasión el caso del candidato a gobernador que logró convencer a los magistrados que él sería el ganador de la contienda y que quería que la presidenta fuera tal magistrada. Le creyeron y votaron por su recomendada, pero él perdió en las votaciones y nunca fue gobernador.
La historia nos demuestra que ha habido titulares del Poder Judicial que prácticamente han entregado la institución al gobierno en turno. Otros se han enfrentado abiertamente tanto a diputados como a gobernadores. Y asimismo les fue.
Lo ideal sería que hubiera una relación cordial pero respetuosa, sin sometimientos pero también sin enfrentamientos que repercuten casi siempre en la asignación del presupuesto. Y lo que menos queremos en este momento son más instituciones peleadas cuyos titulares utilizan el erario para hacerse guerra sucia.
HASTA MAÑANA.