Todo mundo sabe que un percance se soluciona llamando al Seguro (si es que tiene) o hacerse cargo de los daños de manera económica. Así lo hizo la señora, e incluso le dio 200 pesos a un motociclista de la Policía Vial que pasaba por ahí para que no hubiera problema.
Ya se iba la afectada y LOS familiares que llegaron a auxiliarla cuando de pronto llegaron tres tipos a bordo de una camioneta tipo Pick Up con la leyenda “Ronda de Ocotepec” en las portezuelas. “Bájense, esto pertenece a Ocotepec”, dijo el que parecía ser el “comandante” aunque vestía unas bermudas y tenis.
Sí, la dueña del vehículo no sabía que esa calle, donde ya existen edificios de varios pisos y la tecnología se nota en todas partes, pertenece a un pueblo donde se rigen “por usos y costumbres”, y que esas personas que llegaron, sin haber acreditado capacitación alguna en materia de seguridad pública, carentes de uniformes y permisos para el uso de armas, son LA LEY.
De nada valió que les explicaran que ya estaba resuelto el problema, que se habían pagado los daños y que la parte afectada había otorgado el perdón de la manera más amplia. “Usted dígale que ya no hay delito qué perseguir”, le pidieron al agente de Tránsito, pero el “comandante” amagó: “Si él hace algo nos llevamos la moto también”.
En balde fue pedir la ayuda de una patrulla del Mando Coordinado que pasaba por ahí: “No jefa, aquí en Ocotepec se rigen por usos y costumbres, nosotros no podemos hacer nada”. Y continuaron su marcha.
El sujeto llamó por teléfono y solicitó una grúa. “Van a ser 3 mil 500 de multa y me vale madre quién sean ustedes”, dijo quien se identificó como Fernando Romero, siempre seguido de otro sujeto corpulento que cargaba (“terciada”) una de esas bolsas que pusieron de moda los sicarios.
“Pero eso no lo gano ni en una quincena”, le dijo una familiar de la mujer que tuvo el percance.
-Llévatelo- ordenó el sujeto al conductor de la grúa- me vale que sean viejas-.
“Luego a Fernando Romero le llamó una licenciada de apellido Romero, de la Ayudantía, y ese tipo le empezó a decir que yo estaba de prepotente, que quien iba manejando era una persona alcoholizada; me acerqué y le dije no digas mentiras, sino puedes tú resolver que venga la licenciada y vea la realidad, entonces más se enojó y se subió a la camioneta de la Ronda, después otro de ellos se acercó y me dijo ya señorita junte el dinero y ya se acaba el problema, y ya entonces la hija de la que chocó le dijo aguánteme estamos juntando el dinero, llegó mi suegra con el dinero que juntaron y se los dio a la hija, entonces ella se acercó con Fernando y casi se hinca para que le aceptara los mil 200”, narró una de las mujeres que presenció los hechos.
Así que, amigos lectores, ustedes ya saben: en la ciudad capital hay una “isla” donde no vale la Constitución federal, ni la local, ni las leyes que de ellas emanan. Aquí la ley la interpreta y la aplica el “comandante” Romero.
¿A dónde van a parar esos mil 200 pesos? ¿Y si hubieran aceptado dar los 3 mil 500 quién garantiza que sólo reportan mil 200?
No es el primer caso que conocemos. Nos dicen que los coches que están esperando para ingresar al verificentro que se ubica en la calle del Arrastradero (Chamilpa), y que se estacionan en la calle Hidalgo (Ocotepec) son “infraccionados” por este seudo cuerpo policiaco.
Otra: ¿Sabían ustedes que los contratos de arrendamiento en Ocotepec traen una cláusula donde el arrendatario renuncia a los tribunales civiles y acepta que cualquier inconveniente se dirima “por usos y costumbres”?
Por eso es que, aun cuando no hemos estado de acuerdo en muchas cosas del actual presidente municipal, Antonio Villalobos Adán, sí le reconocemos el que le haya negado los servicios de limpia al Ejido de Acapantzingo, luego de que su dirigente pretendió extorsionar al alcalde.
Y es que recordarán ustedes amigos lectores, que en mala hora a un alcalde panista se le ocurrió construir el Recinto Ferial en la llamada “Parcela Escolar” del ejido de Acapantzingo, y ahora cada vez que hay un evento los ejidatarios (que son bisnietos de los que sí trabajaron por su tierra) amenazan con cerrar los accesos si no reciben dinero en efectivo, boletos para el evento, y todos los permisos para vender “micheladas” y cobrar el estacionamiento.
Insisto: la reforma agraria repartió las tierras a quienes lucharon por ellas, a esas personas que se ganaban la vida sembrando lo que podían. Pero hoy sus herederos ni son campesinos, ni labran la tierra. Las parcelas de Acapantzingo donde antes había sembradíos, los “ejidatarios” las fraccionaron y las vendieron para que las convirtieran en cantinas.
Los “usos y costumbres” están reconocidos por la ley, pero no para que hagan negocios sustituyendo a las instituciones públicas.
Si a esas vamos, entonces que el comisariado de Acapantzingo o el ayudante municipal de Ocotepec se declaren independientes y de una vez cobren por todos los servicios, tanto el de limpia, el de uso de la vía pública, seguridad, tránsito, etcétera.
Y entonces sí, que se ponga un letrero donde comienzan el territorio ejidal que diga: “Aquí no aplica la Constitución ni ninguna ley, más que la nuestra. Atentamente: El Comisariado”.
No omito mencionar que entre los ejidatarios y comuneros también hay gente buena.
HASTA MAÑANA.